Una discusión de pareja en la calle que termina con una agresión del hombre a la mujer es tal vez la forma más clara y simple de medir qué tan tolerante se es frente a la violencia contra la mujer. Si bien el rechazo es la reacción natural, no muchos se atreven a intervenir pese a la insistencia social creciente de castigar con mayor severidad a los agresores para alcanzar el ideal de violencia cero.